Este es el segundo volumen que se produjo por el INBA bajo el sello Musart. La recopilación también es de grabaciones de Hellmer. De la portada trasera tomamos el siguiente texto:
Ya que entró por Veracruz la música que fue, digamos, como la materia prima para estructurar posteriormente los sones nacionales, hemos escogido esta región para la primera colección de documentos musicales y datos sobre lo que puede llamarse la esencia de nuestra música mestiza: el son.
El término jarocho, de tanto uso en nuestro folklore veracruzano, constituye una incógnita en su etimología. En el Diccionario de Americanismos de Francisco J. Santamaria, sólo se consignan las definiciones de campesino habitante de la costa de Sotavento y habitante del Puerto de Veracruz. Se acostumbra llamar Sones Jarochos a los huapangos de esta zona, distintos a los de la Huasteca, que se acompañan con violín y guitarras propias de la región.
Las caracteristicas generales del son jarocho revelan sus origenes españoles en letra y música. La alegría y los tonos mayores de la seguidilla, modificada a veces por la guajira y el zapateado cubanos, fueron la base de nuestros sones costeños. La nostalgia, la pasión y los tonos menores de los fandangos plasmaron sones jarochos de tan profundo sentimiento como El Fandanguito y La Morena.
En los sones jarochos más antiguos, priva la décima con o sin planta, en la forma perfeccionada por Vicente Espinel, poeta español del siglo XVII. En la actualidad, la copla octosilábica en forma de cuarteta o quintilla casi ha suplantado totalmente a la décima, que aparece ocasionalmente en el son El Zapateado. El lenguaje florido y arcaico persiste en las coplas improvisadas y en la región costera pocas veces la versificación revela influencias modernas.
Según Baqueiro Foster y Vicente T. Mendoza, la mayor parte de los sones costeños veracruzanos se originaron en los "sonecitos de la tierra", presentados en el Coliseo de México durante las últimas décadas del siglo XVIII como una rebeldía del pueblo mestizo hacia la imposición criolla de los bailes populares españoles que se ofrecían en aquel recinto. El hecho de que se encuentren con cierta frecuencia las mismas estrofas en sones de Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Jalisco nos hace pensar en la posibilidad de que ciertos prototipos comunes se difundieran desde el centro. La amplia difusión de melodías y estrofas españolas en todo el territorio de la Nueva España favoreció el desarrollo de modalidades regionales en los temas de las coplas y en la versificación, en la construcción de instrumentos distintos a los españoles y, finalmente, en nuevas maneras de ejecución. Después de que la Independencia abrió totalmente el camino para el desenvolvimiento de una cultura popular netamente nacional, estos procesos se aceleraron y en pocas décadas los sones de Veracruz y otras regiones llegaron a adquirir sus formas actuales.
El instrumental del son jarocho varía según la región y la época. Los instrumentos melódicos siguen siendo el arpa y el requinto o la guitarra de cuatro cuerdas. El arpa predomina en el Puerto de Veracruz, en Alvarado y en los pueblos de la cuenca del rio Papaloapan, y al Poniente hasta Córdoba, incluyendo toda la zona entre esta localidad y Ciudad Alemán. El requinto, con sus variantes regionales, predomina en la parte sur del estado, por los Tuxtlas, Catemaco, Acayucan, Minatitlán y Coatzacoalcos.
Hacia la segunda década de este siglo, el arpa grande no se conocía ya que este instrumento tenía un tamaño apropiado para que el ejecutante lo tocara sentado. Con la popularidad que tomaron los sones jarochos en la radiodifusión, se comenzaron a construir arpas de casi dos metros de altura para lograr la suficiente sonoridad que destacara debidamente en el conjunto.
Los requintos de cuatro cuerdas, como las jaranas que los acompañan, generalmente se construyen de un solo trozo de cedro rojo, vaciada en este la caja sonora, con la tapa superior y el diapasón añadidos. Por la región de Los Tuxtlas hasta Coatzacoalcos, se acostumbra el uso de una especie de requinto grande, llamado guitarra o guitarrón, cuyas melodias graves y lentas prestan un caracter casi solemne a los sones. El requinto y sus variantes se tocan con un plectra de cuerno de vaca muy delgado que produce un sonido percusivo que, unido a los contratiempos rítmicos, enciende el ánimo de los que bailan.
La jarana, pequeña guitarra dotada, según la región, de cinco a doce cuerdas, es el más importante de los instrumentos de acompañamiento. En la actualidad, para no cambiar la afinación al tocar en diferente tono, la mayoría de los jaraneros afina su instrumento al modo de la guitarra sexta (de La a Mi), mientras que las afinaciones tradicionales, por ser más numerosas, requieren mayor práctica para dominarlas con sus respectivas digitaciones. Estas afinaciones tradicionales tienen nombres diversos como "primera", "jarana", "chinalteco menor'', "variada'', "por dos", etc, y cada una se usa para determinados grupos de sones, según su tono mayor o menor y de acuerdo con el caracter emotivo que se quiera expresar. En esta recopilación se pueden apreciar algunas armonías antiguas producidas con estas afinaciones.
Los rasgueos tradicionales de la jarana jarocha son extremadamente variados y complejos, y difieren de los sones de otras regiones. Hay tres clases de jarana, según su tamaño. La primera es muy pequeña, aproximadamente de cuarenta y cinco centímetros de largo; la segunda, de unos diez centímetros más de longitud, y la tercera, de ochenta centimetros o más.
Tambien se usan otros instrumentos para acompañar los sones: el pandero, en Tlacotalpan; a veces, las maracas en el Puerto de Veracruz; el violín, en algunos pueblos de la cuenca del Papaloapan y de la región de Los Tuxtlas, y la guitarra sexta, utilizando principalmente los bordones, cuando no hay arpero, en Alvarado y en el Puerto de Veracruz.
El canto tradicional de los sones jarochos se realiza no a varias voces sino por un cantor que, después de "echar sus versos", es contestado por otro, y éste por otro, etc. La facultad de improvisaci6n de estrofas originales para exaltar la belleza de la mujer o para comentar con sorna, con sentimiento o con graciosa broma cualquier acontecimiento de interés general, es extraordinaria entre los músicos jarochos. A pesar de lo picaresco del doble sentido de muchas coplas, su lenguaje nunca degenera en la vulgaridad.
Repertorio:
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roberth
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Doy clases en la Universidad Latina